jueves, 31 de enero de 2008
Gerónimo
Te debía unos versos
pequeño sabandija.
Saboteador del orden,
amalgama de risas
y tozudas porfías.
Encantador de abuelos
que siguen tu deriva:
tuvimos que inventar
diferentes caricias,
palabras y ternuras,
para no darle nubes
al cielo de una niña.
Disfrazamos los miedos
cuando tu frágil tiempo
se poblaba con dudas
que nadie respondía.
Velamos por tu dicha
en cada alternativa,
sin importar el sitio,
la ocasión o la queja.
Hoy que las aguas tienen
cierta calma, nosotros
disfrutamos lo nuevo
que aparece en el día.
La palabra que intentas,
alguna monería,
el plato que ignorabas
y ahora está sin comida.
Y tenemos el alma
a medias repartida,
cargada de esperanzas
para vos y Martina.
martes, 29 de enero de 2008
Incompleto
sábado, 26 de enero de 2008
Ceguera
martes, 22 de enero de 2008
Obstinación
Cuando asfixia el silencio
por tanta soledad acostumbrada
y duermen los candiles
mutilando las huellas
del paso que no dimos
Cuando el cielo se quiebra
detrás de una mirada
pletórica de ansias
y se bañan con lágrimas
las letras de tu nombre
Desde mi obstinación
te invento nuevamente
en la orilla de un mar
impregnados de sales
dejando que nos manchen
las estrellas que otean
los amores primeros
Así sin más tormentas
que la de nuestros besos
me quedo en un suspiro
que recoge mi espera
hasta el próximo encuentro.
viernes, 4 de enero de 2008
A estas alturas
Ya no tengo la prisa que hubo otrora
gobernando la marcha de mi paso,
le dedico su tiempo a cada aurora
aun sabiendo que el resto luce escaso.
Aprender a vivir tiene demora
que dispone graduarnos al ocaso,
la experiencia funciona cual rectora
procurando evitar nuestro fracaso.
Hoy disfruto la dicha más modesta,
la que asoma al alcance de mi espera
y agradezco la suerte que me toca.
No me pongo a pensar si es mucha o poca,
aprovecho que está sobre mi acera
con mi afán en compás con su propuesta.
gobernando la marcha de mi paso,
le dedico su tiempo a cada aurora
aun sabiendo que el resto luce escaso.
Aprender a vivir tiene demora
que dispone graduarnos al ocaso,
la experiencia funciona cual rectora
procurando evitar nuestro fracaso.
Hoy disfruto la dicha más modesta,
la que asoma al alcance de mi espera
y agradezco la suerte que me toca.
No me pongo a pensar si es mucha o poca,
aprovecho que está sobre mi acera
con mi afán en compás con su propuesta.
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