sábado, 6 de octubre de 2007

Cielo


Necesitaba imperiosamente un aire nuevo,
me estaba sofocando gastando los suspiros
que protestaban con la elocuencia de la sangre.

Era indispensable refundar mi comarca,
despedazar hoja por hoja del prontuario,
detectar alguna singular fuente de luz
inédita hasta hoy para mis ojos,
que habían perdido el brillo
empañados de pena.

Buscaba un remanso de paz (aunque precaria),
un camino posible para mi desahogo,
la anestesia capaz de mitigar el dolor de estar vivo.

Y apareciste aquí.

Estallaste de repente y la metralla
me sembró sin dejar resquicio indemne
a la magia de tu sola presencia,
renació mi identidad en la amalgama
de nuestros cuerpos, ayunantes antiguos.
Volví a encontrar un cielo
que creía perdido
definitivamente.

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