lunes, 24 de septiembre de 2007

Distancias


Estamos a un abrazo de distancia,
no habrá palabras.

Reduzcamos a un beso el intervalo
o viajaremos
definitivamente
por la fatal distancia del olvido.

Eres...


Eres como el mar,
inconquistable.
Con cierta precaución
te pueden navegar,
pero tan solo eso,
dominarte jamás.
Y sin embargo,
como buena romántica,
la luna te maneja,
determina tu andar.

Paradoja



El agua del estanque
me devuelve tu imagen
y no estás a mi lado.
La brisa de la tarde
perfumó este momento
y tu piel no ha pasado.
Mi boca humedecida
aún dibuja una mueca
y nunca me has besado.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Taciturno


Cubierto por mi niebla
no llegué a darme cuenta
que las horas -en calma- se dormian,
que había quedado solo
junto a un pocillo seco
poblado de cenizas.

Por detrás de los vidrios
alternaba el neón su colorido.

Más allá
las penumbras latentes de una plaza
y el silencio tejiendo madrugadas.

Mis pasos intentaron
-en su habitual rutina-
no lastimar la ronda de unas sombras.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Doce líneas


En mi pretérito andar / imaginando
un cielo con jazmines,
mensajes en la brisa,
ángeles confidentes
y silencios que acercan,
un cordel sostenía las orillas
de mi amor y su espejo.

Hoy, el pensar se ha astillado,
los murmullos son huecos
y marchito, algún sueño,
resbala por mis ojos
hacia otra madrugada

Caricia


Olvidada en tus manos
cubierta de otoños
esquiva a la luz
duerme una caricia
que hoy quisiera ver
paloma tejiendo
su nido en mi piel.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Pasos



En el minuto exacto,
ajeno a los contornos,
a uno mismo (quizás)
sucede.


Las fronteras son algo imperceptible
y las sombras lo saben.
La luna es un milagro desde el muelle.

El agua,
un grillo inagotable,
el sonido apagado
de la ciudad que duerme.
Pasos.

En un cuenco quedó
latiendo la tibieza.

Diferencias



No he de confundir al mar
con la barca en que navego,
el mar siempre habrá de estar
y en la barca apenas llego
a salpicarme con sal
y a pensar que toco el cielo.

Infiernos


Tiempo atrás
alguien dispuso
cambiar identidades a su antojo,
como un cierto antifaz
de la cruel realidad que pergeñaba.


Eran horas de horror,
martirios,
de miedos y silencios.
Días donde el recelo
se había acostumbrado a las miradas.

Hoy
algunos entendimos
cierta parte de aquello,
otros siguen soñando con profetas
y algunos
volvieron a perder lo que creían tener
recupendando, a cambio,
un punto en el trayecto de su historia.