sábado, 16 de octubre de 2010

Viejo Café


Vaya a saber porqué
entré a este bar de tedios y rutinas.
Mercado persa
de musas y abandonos,
escape y soledad,
flores marchitas.

Por sus paredes ocres
va corriendo el ayer
y alguna oscura foto
que la humedad hirió,
llama a recuerdos.

Telarañas del tiempo
parecen envolver a quien traspasa
-como yo- el blanco umbral,
mármol que supo
tener su espalda erguida.

Paciente
una mesa tatuada,
con tantas quemaduras como historias,
se dispone a servir
de bohemio diván a mi presencia.

2 comentarios:

Concha Vidal dijo...

Te dio pie para este nostálgico poema, tu entrada en el viejo café, quiero decir.

Espectacular y nostálgico.

Néstor Morris dijo...

Alguno de éstos en tu Alicante debe de haber, verdad?
Un abrazote