Me he perdido en la noche de la gente sin abrigo
y quebré la mirada de tanto estremecerla.
Mis manos melancólicas no saben
el camino a seguir para soltarse
porque no hay previsible por delante.
Aunque seguramente siguen naciendo flores
entre las ruinas que dejé a mis espaldas,
a orillas de un café, mi voz ignora
que palabra decir sin recordarla.