
De haber sabido entonces
en el momento justo
en el lugar preciso
donde dejar la huella
que olvidaban los pasos,
hoy no estaría astillado
el fondo de mis ojos.
Pudo ser diferente
(incluso más escasa)
la cosecha que supo
resguardar esta historia.
Pero no
se dio asi.
La foto que repaso
es realidad a secas.
Bajando mi ladera,
entre filosas piedras,
no resulta sencillo
optar por una senda.
De todos modos, busco
no arrugar estas horas,
las que luego recuerde
cuando me siente a verlas.