sábado, 22 de septiembre de 2007

Taciturno


Cubierto por mi niebla
no llegué a darme cuenta
que las horas -en calma- se dormian,
que había quedado solo
junto a un pocillo seco
poblado de cenizas.

Por detrás de los vidrios
alternaba el neón su colorido.

Más allá
las penumbras latentes de una plaza
y el silencio tejiendo madrugadas.

Mis pasos intentaron
-en su habitual rutina-
no lastimar la ronda de unas sombras.

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